¿Cómo se manifiestan las desigualdades de género en el aula? ¿Quién hace qué en los grupos de trabajo? ¿Se distribuyen las tareas y los roles equitativamente? ¿Qué dolores atraviesan las experiencias de las mujeres en universidades y centros educativos? Estas y otras muchas preguntas fueron el eje de la charla “Desberdintasunak talde-lanetan: una mirada feminista y participativa a las aulas”, que se celebró el pasado jueves 23 de junio en el Ekonopolo.
Un espacio planteado como devolución de los principales resultados del proyecto “Investigación-acción participativa para desvelar y gestionar cooperativamente desigualdades de género”, realizado por Aradia Coop. y Parte Hartuz y financiado por una de las becas de investigación de Emakunde en materia de igualdad entre mujeres y hombres (2021-2022).
La presentación fue una oportunidad para poner en diálogo las experiencias de alumnas y profesoras, con el fin de ir desvelando las lógicas del sistema sexo-género que operan en las aulas e identificar cómo se materializan en normas de género. Desde sus diferentes posiciones, estas vivencias tienen mucho en común: falta de legitimidad, desvalorización devenida del vínculo femenino a los cuidados o problemáticas asociadas a los cuerpos (temor de sexualización, menstruación…), por mencionar algunos elementos. Unos dolores que evidencian la existencia de lo que llamamos “académico champiñón” y “alumno champiñón”, aplicando a este ámbito la expresión de Amaia Pérez Orozco. Unas figuras que disfrazan de neutralidad las distintas formas de dominación que atraviesan el aula y que solo responden a las necesidades, intereses y expectativas del sujeto normativo.
Todo ello fue motivo de reflexión durante las tres horas que compartimos, donde hubo exposición, diálogo y picoteo, que permitió amenizar muchas de las problemáticas tan duras que surgieron. Además, tuvimos la posibilidad de participar en la dinámica que prepararon las compañeras del ZAWP, Laura y Sara, para plasmar cómo se expresan los dolores asociados a la feminidad normativa. Unas ideas que la primera, que se encuentra en una residencia artística en el ZAWP, recogerá en su obra “Retratos etnográficos sobre la construcción social de la feminidad” (más información aquí).
En definitiva, el Ekonopolo fue testigo de muchos dolores, pero también de resistencias y estrategias de supervivencia que nos ayudan a imaginar una educación más libre e igualitaria. La puesta en común, la visibilización y la problematización de nuestras (y otras) vivencias es siempre una oportunidad para la construcción colectiva, como lo ha sido a lo largo de los diez meses que ha durado formalmente el estudio. La investigación definitiva estará disponible en otoño y esperamos que sirva como material para avanzar hacia aulas que sean espacios seguros y cómodos para todas las personas que los habitan.