La situación de pandemia COVID-19 que estamos viviendo refuerza la convicción de que es necesario un cambio profundo en nuestra sociedad global. Es un signo claro de la crisis ecológica y social en la que la humanidad está inmersa y de la imperiosa necesidad de colaborar y cuidar de lo común de otras formas. A ello, ha contribuido en gran parte nuestra manera de entender y hacer economía que nos ha colocado ante una situación de insostenibilidad ambiental y social como nunca antes había ocurrido en nuestro planeta, afectando de manera desigual a los países y sus poblaciones. De hecho, el covid-19 ha destapado y exacerbado las desigualdades sangrantes que existen en nuestro mundo. La pandemia está afectando con más virulencia a los países másempobrecidos, mientras que los más enriquecidos cuentan con una mayor capacidad sanitaria y económica para hacerle frente. En realidad, nos ha llegado en un momento en el que crecen en el mundo las desigualdades de forma progresiva. El virus solo está agravando esta situación.